Abuso de locura o imaginación, como quieran llamarlo.

A los genios no nos entienden, nos tachan de locos cuando el problema no es nuestra inestabilidad, si no, su poca creatividad.

domingo, 19 de agosto de 2012

Piquito de oro.

Mamá se va, me mira desde fuera de la valla mientras me dice "adios" con la mano. De puntillas tocando el timbre hasta que suena, recuerdo el sonido perfectamente, yo debería tener unos 4 o 5 años, la puerta del portal pesaba una tonelada y media, o eso me parecía. Un edificio viejo en el centro de Moratalaz, por el patio se oía "mamabuela" "mamabuela". Mi abuela sonreía desde la ventana saludandome con la mano, como siempre, y yo la devolví el saludo. Corría que me las mataba para llegar al 4º piso y abrazarla, sin duda alguna tengo la mejor abuela del mundo. Me colgaba del cuello de mi abuelo e iba a la ventana, "mira mamabuela, los pacos en el parque"- decía al mirar por la ventana. Mi abuelo me cogía en sus piernas y decía "¿Como que pacos? Se dice "abuelos." y yo, como todos los días le explicaba que él se llamaba paco, por lo que todos los abuelos eran pacos. Y despúes, sentada sobre mi abuela, jugeteaba con su collar de perlas mientras la decía " Eres mi mamabuela, porque eres mi mama y mi abuela". No era sencillo como explicar que, por el trabajo de mis padres, al fin y al cabo, me habían criado ellos, eran mis segundos padres. A la hora de la comida, me contaban mil batallas de la guerra y aprovechaba el despiste para robarles patatas fritas del plato, siempre me pillaban por reirme, cabe decir. Después de tomar la fruta de postre, era la hora de mis historias, siempre tenía un argumento preparado, algo que me había pasado en el cole, algo que había visto en la tele o simplemente cuentos que me gustaría contar. Me sentaba encima de mi abuela y la contaba un cuento, cada día uno, sin prisa, con mis paradas y mis explicaciones, inventandolo sobre la marcha mientras jugaba con aquel collar de perlas y bolitas azules que tanto me gustaba, siempre por encima del delantál. Decían que nunca se acababan mis historias, mis monólogos y mis explicaciones, "paco" me bajaba al parque, siempre a las 5, hasta el cual iba de su mano contandole más historias de la gente que pasaba, al poco rato volvíamos a casa porque nunca me gustó demasiado el relaccionarme con otros niños y me aburría. En casa, pintaba, pintaba folios con mis mil pinturas, papeles de periodico en los cuales hacía mis propias historias a base de garabatos, todo eso.. A las 7 llegaba mamá, siempre llegaba con la misma pregunta "¿Que tal esta mi niña?", a la cual mi abuela respondía levantandome en sus bazos. "Genial, está hecha toda una piquito de oro"
Problablemente entorno a ello gire todo, siempre he estado acostumbrada a oír que soy "un piquito de oro", siempre con historias que contar, siempre inventando cuentos o dibujos desde bien pequeña, tal vez mi afición por la expresión siempre estubo predestinada y desarrollada por una infancia feliz y libre a la imaginación. Si tengo que agradecer algo es a ellos. Gracias, y prometo morir con un piquito de oro, mamabuela.

sábado, 18 de agosto de 2012

Miss weed.

Verde, verde entre sus manos. Él y ella felices, sentados en un portal cualquiera de nosesabedonde,él de rodillas frente ella, ella, un par de escalones arriba, lo besa. Cojidos de la mano, sonriéndose, mirándose con esos ojos con los que nunca antes habían mirado. Él lía el sigiente mientras ella pega el primero. Rien, dicen cosas sin sentido pero no importa. Humo, humo blanco, un golpe fesco, pero no demasiado, abrumante pero gratificante, dulce pero amargo, humo de aquel blunt de marihuana que la ciega los ojos cuando él lo echa, besándole, pasándose el humo y pasándose el blunt. Beso tras beso, risa tras risa. Todo el mundo los mira, los señalan con el dedo, no importa. Son felices, cosa de la que poca gente es capaz de presumir, de estar juntos, de tener qué fumar. De besos y abrazos. ¿Qué más da lo que piense la gente de alrrededor? Al fin y al cabo, son extraños. ¿Qué más da el tiempo? Si son felices. ¿Qué mas da todo? Si están juntos. ¿Qué más da las otras personas que los desean? Si se quieren. ¿Qué más da la policía? Van demasiado fumados como para pensar en ello. ...
Una imagen que da vueltas a su cabeza hasta que consigue dormir "es perfecta" piensa, "joder, es perfecta".

miércoles, 15 de agosto de 2012

No se ve.

No tiene porque verse pero si tiene que estar ahí y no, no me refiero a Dios, si no a sentimientos, a emociones, a lágrimas esconididas, a pensamientos, a gente esperando el momento oportuno para ayudarte o joderte, a todo eso que no decimos por miedo pero que se demuestra con los ojos. Esos momentos en los que nada te importa, cuando no te quieren o peor, no te quieres. Cuando te sientes solo aunque estés rodeado de gente. Por una vez, para, piensa en porque callas, porque no eres quien quieres ser por miedo a los demás, piensa el porqué de todas tus penas. Probablemente lo encuentres, probablemente no pero dedica un pequeño tiempo a pensar por que no eres feliz. Piensa en todas las cosas que no ves pero están ahi, esa persona que se muere por besarte, esa gente que esta esperando que te gires para darte la puñalada o la que espera que caigas para levantarte. Piensa en los pequeños placeres de la vida, al fin y al cabo, son el porqué de la felicidad de las personas. Si no sonries al pensar en tu vida, deberías plantearte que tienes un problema, no culpes al resto, no tienen la culpa, solo la tiene una persona: TÚ.
Mira el mar, es como la vida, puedes ver el principio, ya está escrito pero no el final. Eres como esa casita que esta sola, en mitad de la nada, abandonada entre las rocas. Para mucha gente esa casita no tiene valor alguno, para otros es preciosa. Es entonces cuando me acerco a la casita, miro el mar y te pregunto ¿Eres feliz?

sábado, 4 de agosto de 2012

Curada de espanto.

Él y ella. Como cada tarde hace ya varios meses pero diferente, él disculpa todo lo que la hizo, borra las excusas y define sentimientos, en un extremo de aquel banco donde la iba a buscar siempre a la salida del colegio para fumarse un par de porros. Ella desde el otro no sabe si volver a creerle o si se la quiere volver a jugar. En un momento de frustración por ese sentimiento él la intenta besar, a lo que ella responde subiéndose su bandana hasta los ojos. Él se arrodilla en el suelo y la mira, vé el techado del edificio y la ve a ella, es tan hermosa que se siente idiota de haberlo estropeado todo. En ese momento, en esa fracción de minuto, mira sus ojos y una sensación de miedo, culpa y pena recorre su cuerpo en forma de escalofrío. No es ella, no es su pequeña, no es la niña pequeña que le enamoró hace un tiempo, se atreve a preguntar.
-¿Porque sonríes si no estas contenta? Estás triste y a la defensiva, no tienes esa forma de mirar que me enamoró, princesa.
Ella no sabe que responder, ni su propia madre se había fijado y ese hijo de puta si, era extraño, cada vez estaba más confundida y suelta un par de lágrimas que se secan con el pañuelo.
Ella, aturdida, se levanta para irse, lo mira por última vez mientras él se disculpa y se atribuye la culpa de quitarla la felicidad en la mirada al borde de llorar. Le dice:
-Pobre yonkie de mierda, tal vez algún día salgas de la cocaína y entiendas el daño que haces al resto.
Encendió su cigarro y se perdió en la oscuridad del soportal mientras su mente daba vueltas a la misma frase "Si me vuelo a enamorar de un yonkie, me suicido."
Él, en el suelo, no puede olvidar la imagen de la que un día fue su princesa, la única mujer que le ha querido y ha velado por su bien y la jodió por tontear con la droga y por meterla a ella. Es entonces cuando cae una lágrima mojando aquellas ojeras a la par que lo entiende. Él le ha quitado la inocencia y jamás se perdonará por ello.

Sus ojos transmiten odio, defensa, trsiteza. Cosas propias de él, quien se puede decir que "la curó de espanto".